03 diciembre 2006

Myanmar: con la muerte en los talones




Myanmar, la bella Birmania, sostiene dos tristes récords: sufre el yugo de dictadores, gobiernos militares, facciones rebeldes y poderosos traficantes de droga desde hace más de medio siglo y es escenario de la más larga lucha por la independencia, la de la tribu Karen, que sufre la brutalidad militar desde 1947. Solamente en 2006 los militares birmanos han quemado 4.000 poblados en Myanmar oriental, donde se concentra esta etnia. Según Human Rights Watch miles de Karen se encontraban esta semana huyendo de los ataques. Más de doscientas personas han conseguido llegar a los campos de refugiados en Tailandia, mientras que tres mil más se encontraban todavía de camino.
El componente multiétnico de Myanmar ha originado a lo largo de su historia numerosas violaciones de los derechos humanos (torturas, esclavitud, violaciones) por parte de los diferentes Gobiernos birmanos, que solían negar la existencia de las distintas etnias y nacionalidades. Como consecuencia de ello, los grupos minoritarios, compuestos por las tribus Hmong, Mien, Karen, Akha, Lisu y Akhu se han visto obligadas a refugiarse en los países vecinos como Bangladesh, China e India, y especialmente en la región fronteriza entre Myanmar y Tailandia.
Tanto el problema político, como el étnico tienen consecuencias similares: provocan constantes éxodos masivos de la población, obligan a crear vastos campos de refugiados y convierten a Myanmar en uno de los países más conflictivos del sudeste asiático.
Los 16 años últimos de la junta militar, tan incompetente como cruel, han convertido a uno de los países más prometedores del sudeste asiático en el más atrasado y empobrecido. No se ha cumplido ninguna de las promesas de apertura reformista, ni se ha publicado el informe prometido en 2003 sobre “la hoja de ruta hacia la democracia”. Más bien al contrario, en una extraña maniobra hacia el aislamiento total, los militares trasladaron el año pasado la capital del puerto de Yangon a Naypyidaw, situada en una remota región montañosa. Incluso el Comité Internacional de la Cruz Roja, que colabora con los gobiernos más intratables del mundo, ha tenido que cerrar sus centros de operaciones en Myanmar.
Y nadie interviene. Los desacuerdos e inconsistencias en la política internacional impiden que se apliquen sanciones severas y que el Consejo de Seguridad de la ONU dicte una resolución condenatoria contra este régimen confabulado con la producción y el tráfico de heroína, con el tráfico ilegal de personas y culpable del desplazamiento de un millón de personas. Ni siquiera la ASEAN (Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático) levanta mucho la voz contra Myanmar, uno de sus miembros más incómodos. El petróleo, el gas y las maderas nobles de este país son muy importantes para la región y una acción demasiado contundente contra los militares birmanos podría hacerles perder jugosos contratos a favor de China e India, los dos gigantes en busca permanente de recursos naturales y con menos escrúpulos para colaborar con el régimen birmano.

Si queréis ver un aterrador testimonio del régimen militar podéis mirar este extenso video sobre "La guerra secreta de Birmania":
http://www.youtube.com/watch?v=l-YVdpQHdqo&mode=related&search=Burma%20Myanmar%20Karen%20Burma%27s%20Secret%20War%20Junta%20Dictator%20Aung%20San%20Suu%20Kyi%20Lu%20Htu%20Sein%20Win%20Mandalay

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