20 noviembre 2006

Haití, tierra sin ley


Cinco meses después de la constitución del nuevo Gobierno, Haití sigue engullida en el círculo vicioso de falta de seguridad que impide las inversiones y la creación de empleo mientras genera más violencia. René Garcia Préval, que fue presidente del país entre 1996 y 2001, vuelve a ser jefe de Estado y, junto con el primer ministro Jacques-Edouard Alexis, dirige el Gobierno de un país en eterna transición política, profundamente desgarrado, con fracturas sociales, colapsos económicos y violencia política. Al asumir la responsabilidad gubernamental, Alexis presentó su programa centrado en el crecimiento estratégico de las inversiones privadas, reforzamiento de la colaboración entre el sector público y privado, lanzamiento de un ciclo de producción total, creación masiva de empleo, etc. Sin embargo, cinco meses después existen más incertidumbres que resultados y una “rectificación de rumbo” parece inevitable. El primer ministro ha reconocido que “la inseguridad y las catástrofes naturales siguen agravando la situación”. El problema de la seguridad, decisivo en el debilitamiento del Estado, tiene su explicación en la desunión nacional. Haití no está dividido, sino desmigajado. Hay muchos países dentro de un solo país y, cada vez más, estos pequeños países se convierten en guettos. No se oponen ni se enfrentan las clases sociales y económicas o los grupos étnicos, sino las bandas, clanes y barrios. La capital haitiana, Puerto Príncipe, está segmentada en Bel Air, Cité Soleil, Gran Ravin, Fort Saint Clair, Solino, etc., zonas sin ley, tierra de nadie.
Naciones Unidas, en colaboración con el Gobierno, está luchando por romper al menos un eslabón en la cadena de violencia, ofreciendo unos 50 $ al mes a todo aquél que entregue sus armas. Puede parecer poco, pero en un país donde la mitad de la población vive con menos de un dólar al día, la suma ofrecida es una fortuna. No obstante, si bien la Comunidad internacional trata de ayudar al país a encontrar la estabilidad y la seguridad, los fondos prometidos por los donantes no están todavía disponibles, lo que retrasa, según el primer ministro, las acciones gubernamentales en materia de desarrollo socio-económico. En resumen, el panorama no es muy alentador, pero todavía queda una pequeña esperanza para el país caribeño donde la distancia entre el discurso de los poderosos y la realidad del pueblo es cada vez más insalvable.

El clima de violencia queda reflejado en este video llamado “Tras un secuestro en Puerto Príncipe”

No hay comentarios: