18 octubre 2006

China, el enigma

China, incomprensible e incomprendida para la mayoría, asombra con su estilo particular e incomparable de adecuar su modelo de Estado y país al modelo capitalista imperante. Tal es el empuje de los 150 millones de habitantes, instalados en el sector privado, que pagan un tercio de los impuestos – frente a los 85 millones de personas analfabetas – que el Partido Comunista Chino (PCCh) está en serio peligro de ser comprado literalmente. El reto del actual presidente, Hu Jintao, es transformar o someter a las nuevas aristocracias y a los linajes locales, que históricamente han ansiado controlarlo todo y que podían destruir el Estado en beneficio de sus intereses de grupo. Para contrarrestar estos grupos de presión, el presidente pone énfasis en la prosperidad común y la armonía para salvaguardar la moralidad y eficiencia. Quizás el éxito de China de superar los retos para posicionarse en un lugar privilegiado en el mundo globalizado resida en su capacidad para hacer cohabitar dos tradiciones, utilizar los recursos que le ofrece la coherencia occidental al tiempo que reaviva los recursos propios que tejió a lo largo de los siglos. Un ejemplo de ello podría ser también el que, por una parte, a los 30 años de la muerte de Mao Ze Dong, las agudas desigualdades sociales hayan resucitado nuevamente la dimensión igualitarista del maoísmo, mientras que, por otra, se esté diseñando una “clase media” - concepto insólito en China - donde tendría cabida el grupo emergente de personas con carreras universitarias, influencia cultural y social y un alto nivel adquisitivo y capacidad de consumo. Un interesante “collage” para una potencia que vuelve a ocupar un lugar primordial en el escenario mundial.

No hay comentarios: