16 octubre 2006

Gaza, conejillo de indias para un sofisticado experimento


Israel y Estados Unidos, en estrecha colaboración con la Unión Europea, están llevando a cabo un experimento rigurosamente planeado y elaborado. Se trata de comprobar si es posible someter a un pueblo a la ocupación extranjera mediante la inanición. El laboratorio de tal experimento: la franja de Gaza.
La fase de preparación de dicho experimento comenzó en la época de Ariel Sharon y consistía en la retirada de los asentamientos israelíes, no fuera que los conejillos de indias se mezclaran con otras mascotas. Despejado el laboratorio se procedió a la fase siguiente: todas las entradas y salidas eran herméticamente cerradas con tal de eliminar molestas influencias del mundo exterior. El flamante aeropuerto internacional fue bombardeado y cerrado; puerto marítimo nunca ha habido porque los Gobiernos israelíes siempre lo han impedido, y para controlar disimuladamente la única conexión con el exterior, el paso de Rafah a Egipto, se consiguió emplazar a un equipo internacional de observadores, que dependería totalmente del Ejército israelí.
El disparo de salida para el comienzo del experimento fueron las elecciones democráticas en Palestina. George Bush estaba eufórico: su visión de democratizar el Próximo Oriente se hacía realidad. Pero los palestinos pincharon. No eligieron a los árabes “buenos”, sino que votaron por los árabes “malos”. No obstante, la victoria de Hamas fue la excusa perfecta para israelíes, estadounidenses y europeos de pasar a la fase de acción. Estados Unidos y la Unión Europea anunciaron la supresión de todo tipo de donaciones a la Autoridad Palestina, dado que estaba controlada por “terroristas”. Al mismo tiempo, Israel atajó los flujos monetarios, es decir, que sustrajo el legítimo derecho de los palestinos a cobrar los aranceles de los bienes que entran en territorio palestino a través de Israel. La Autoridad Palestina necesita estos ingresos como el aire que respira, puesto que ni Jordania ni Egipto construyeron fábricas en Gaza durante las respectivas ocupaciones e Israel siempre impidió la implantación de cualquier empresa que pudiera competir con las suyas. Peor todavía, durante la Intifada los palestinos perdieron su trabajo en Israel porque fueron sustituidos por trabajadores rumanos, tailandeses, etc.
Si la supresión de donaciones fue el comienzo del experimento, la implantación del mismo consistía en vetar la entrada de los productos agrícolas palestinos en Israel, imposibilitar el abastecimiento en medicinas y alimentos y cortar el suministro de electricidad y agua. Actualmente, más de la mitad de la población de Gaza vive por debajo del umbral de pobreza palestina, muy inferior a la de Israel, por supuesto. Según UNICEF, el número de niños palestinos muertos este año casi duplica la cifra del año 2005. Y, sin embargo, los palestinos resisten. Los directores del experimento no se lo explican. ¿Qué más hay que hacer para que un pueblo finalmente se rinda?

Ver: "Gaza as Laboratory" de Uri Avnery

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