23 octubre 2006

Uribe vuelve a la guerra

Un coche bomba, que estalló el jueves pasado en la capital colombiana en un importante complejo militar y que causó 25 heridos y daños materiales millonarios, sirvió al presidente Álvaro Uribe para cortar de tajo los recientes acercamientos entre el Gobierno y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas). El lenguaje conciliador había generado esperanzas de un acuerdo humanitario para lograr la libertad de 55 rehenes políticos en manos de la guerrilla más poderosa del país. Para Uribe no hay duda de que los autores del atentado fueron las FARC, mientras que la guerrilla ha emitido un comunicado donde acusa de la explosión a la CIA y a la DEA, alegando que son las únicas organizaciones que “tienen capacidad tecnológica y logística” para llevar a cabo tal atentado. Con su vehemente y renovada declaración de guerra, Álvaro Uribe intenta volver a la ofensiva política, a su discurso militarista con el que se encuentra mucho más cómodo que hablando de paz. Uribe fue elegido la primera vez porque habló de guerra, después de los continuos fracasos de gobiernos que hablaban de paz. Dijo que las cosas se arreglaban a bala y, sin embargo, él también fracasó. Pero volvió a ser reelegido con un renovado discurso de la paz como todos los anteriores presidentes. Y tampoco le ha ido bien. El comienzo de su segundo mandato se caracteriza por los escándalos que desacreditan a un Ejército provisto de armamento de última tecnología, y ni los paramilitares están desarmados ni las FARC vencidas. El atentado le ha podido ser útil a Uribe: para sacudirse de esa extraña e incómoda pose de conciliador y para intentar tapar los escándalos por las denuncias del ordenador de Jorge 40, que muestra al uribismo en toda su dimensión paramilitar. Otros sospechan que Uribe está acorralado por sectores del “establishment” mucho más reaccionarios y de extrema derecha que él mismo. La cuestión es que no hay paz a la vista porque Uribe, como todos los demás presidentes, hablaba de paz sin renunciar a su defensa de los intereses de las élites gobernantes. No hay paz, porque siguen sin respuesta las preguntas que las FARC enviaron, hace 5 años, al ex presidente Pastrana. “No entendemos por qué el Gobierno afirma que no es negociable ninguno de los siguientes temas: el Plan Colombia, el plan de desarrollo, la modificación democrática de las instituciones del Estado, los acuerdos internacionales contraídos por el Estado en materia económica, política, judicial, militar y de extradición, ni el calendario electoral. Visto lo anterior, pedimos de ustedes que digan qué es lo negociable con el Estado”.

No hay comentarios: