31 octubre 2006

Nicaragua en el tablero del Gran Hermano

Nicaragua empobrecida, Nicaragua políticamente dividida está enfilando sus elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre. ¿A quién votarán los nicaragüenses, sojuzgados por las amenazas de Estados Unidos en caso de que gane Daniel Ortega, del Frente Sandinista (FSLN)? ¿A quién votarán, si el mismo Ortega pactó con el siniestro Arnoldo Alemán, que presidió un gobierno gangsteril entre 1996 y 2001? ¿Votarán al Movimiento de Renovación Sandinista (MRS) que se presenta como alternativa de izquierdas, pero cuyo candidato a la presidencia es un antiguo alto funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo? ¿O, siguiendo los deseos, amenazas y directrices de Estados Unidos votarán por alguno de los dos partidos liberales, claramente de derechas, que han sumido al país en la pobreza?
Los últimos 16 años de economía libre de mercado, de políticas económicas neoliberales impuestas por el Banco Mundial, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo han procurado que un 15 a 20 por ciento de la población nicaragüense experimentara un progreso espectacular, mientras que se creara, por otro lado, una vulnerabilidad de la clase media y una extensión de la miseria y de la pobreza entre los campesinos y la población urbana del sector informal.
Según escribe François Houtart en La Jornada, en la campaña electoral nicaragüense se presentan de manera predominante cuatro partidos políticos: dos liberales y otros dos que se refieren al sandinismo. Se trata, por una parte del partido de Alianza Liberal Nicaragüense, cuyo candidato, Eduardo Montealegre, es apoyado firmemente por Estados Unidos. Washington ha intervenido históricamente en la política de Nicaragua para asegurarse de que los respectivos presidentes no hicieran peligrar la influencia que ha ejercido desde siempre en este país de América Central. El otro partido conservador es el Partido Liberal Constitucionalista, con José Rizo como candidato, heredero de Arnoldo Alemán. Lo que no ha logrado todavía Estados Unidos es la unión de los dos partidos liberales, que llevaría la derecha a la victoria y colmaría las aspiraciones de EEUU. Las corrientes sandinistas son representadas por el Frente Sandinista (FSLN) de Daniel Ortega y por el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), presidido por Edmundo Jarquín, y que critica a Ortega y a su partido de autoritarismo, falta de ética y arremete contra él por su reprochable pacto con Alemán para garantizarse partes de poder. El MRS se presenta como una fuerza de izquierdas pero, de hecho, es ante todo una iniciativa de la clase media y media alta. Con estos dos partidos en litigio se ha conseguido, una vez más, la división de la izquierda, lo que favorece el proyecto del imperio sobre la región.

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