02 octubre 2006

Yemen también existe

Yemen no solamente ocupa una posición geoestratégica en la península arábiga, sino que ostenta el loable estatus de república democrática. En reivindicación de este estatus se celebraron el pasado 20 de septiembre elecciones presidenciales, municipales y regionales. Ganó, como era de prever, Ali Abdullah Saleh, que ostenta el poder desde 1978, fecha en la que encabezó un golpe de Estado. En la votación, supervisada por observadores de la Unión Europea, Saleh obtuvo el 77 por ciento de los sufragios, mientras que su rival, Faisal bin Shamlan, obtuvo el 21 por ciento. Nadie se esperaba un cambio en el poder. No obstante, ha habido algunos signos de avance democrático. Por primera vez todos los partidos de la oposición, desde el partido islámico Islah hasta los socialistas, se unieron para nombrar un candidato que goza de credibilidad: el ex ministro de Petróleo, Faisal bin Shamlan. En segundo lugar, las elecciones se desarrollaron de forma pacífica y fueron relativamente "limpias", lo que se puede registrar ya como un "éxito de una incipiente democracia". Y, por último, aunque las mujeres brillaron por su ausencia en las listas electorales por falta de apoyo del Parlamento, con presencia mayoritaria masculina, aprovecharon la ocasión para salir a la calle y reclamar sus derechos y la cuota del 15 por ciento reservada a las mujeres en las listas electorales. La manifestación de las mujeres ha sido, según el investigador de medios, Raufa Hassan, "el principio de un verdadero movimiento feminista".
Yemen, país de origen de Bin Laden, se ha convertido en un aliado de Estados Unidos en la lucha antiterrorista, lo que ha originado un creciente fervor islamista que ha infiltrado la élite sociopolítica del país y que lo somete a continuas tensiones tanto internas como externas. Pero Saleh, que gobierna un país unificado después de la guerra civil de 1994 entre el Norte y el Sur, ha demostrado en los últimos años tener la suficiente mano izquierda como para manejar la compleja realidad política y socioeconómica yemení. El país sufre una fragmentación tribal, regional y sectaria perenne, con una población mayoritariamente pobre y analfabeta. Entre sus 22 millones de habitantes las fidelidades tribales se consideran más importantes que las políticas. No obstante, las últimas elecciones han fortalecido a Yemen en su papel geoestratégico.

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